lunes, 26 de noviembre de 2012

Juan Cu, LA FIESTA BRAVA


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                                                       LA FIESTA BRAVA
                                                            Por Juan Cu 

La corrida de toros y los toreros siempre han sido un problema moral, más que un problema de justicia desde los hombres ( material ), es decir, el juez es dios, y no los hombres. Los toreros acatan al ser supremo desde la moral. Un torero tiene la misma resolución mental de un cura del siglo XVI, de otra manera no existe el torero; el torero persigue a la tragedia como un bien divino similar a los monjes. Hay muchos ejemplos, véase la historia de los santos. Cuando la religión y la épica se encuentran, ( y eso son las corridas de toros ) el torero es como un monje que sabe que vivir y morir no es nada, y se aleja a la contemplación, desde ahí crea un arte de lo inexorable (la redención), acaso la - fama - como la que buscaban los soldados griegos, que entre la cultura mediterránea fue lo más querído y apreciado. Por tanto aquí tenemos un dilema redención y fama. ¿Quién se atreve a resolverlo?