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LA FIESTA BRAVA
Por Juan Cu
La corrida de toros y los toreros siempre han sido un problema moral,
más que un problema de justicia desde los hombres ( material ), es
decir, el juez es dios, y no los hombres. Los toreros acatan al ser
supremo desde la moral. Un torero tiene la misma resolución mental de un
cura del siglo XVI, de otra manera no existe el torero; el torero
persigue a la tragedia como un bien divino similar a los monjes. Hay
muchos ejemplos, véase la historia de los santos. Cuando la religión y
la épica se encuentran, ( y eso son las corridas de toros ) el torero es
como un monje que sabe que vivir y morir no es nada, y se aleja a la
contemplación, desde ahí crea un arte de lo inexorable (la
redención), acaso la - fama - como la que buscaban los soldados griegos,
que entre la cultura mediterránea fue lo más querído y apreciado. Por
tanto aquí tenemos un dilema redención y fama. ¿Quién se atreve a
resolverlo?